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16 de mayo.María Madre de la Iglesia

 

Jn 19, 2-271908

Santiago 3,13-18/Sal 18,8.9.10.15/. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón/Mc  9,14-19

En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo.
Él les preguntó: «¿De qué discutís?»
Uno le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces.»
Él les contestó: «¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo.»
Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?»
Contestó él: «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos.»
Jesús replicó: «¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe.»
Entonces el padre del muchacho gritó: «Tengo fe, pero dudo; ayúdame.»
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él.»
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?»
Él les respondió: «Esta especie sólo puede salir con oración y ayuno.»

Comentario

En este relato Marcos nos hace testigos de la relación de Jesús con sus discípulos, que se refleja en nuestra manera de vivir como cristianos. Cuando Jesús llega, todos se sorprenden de verlo, como en nuestra vida, Jesús sorprende a todos apareciendo aún cuando menos lo esperamos. Jesús les encomienda una tarea a sus discípulos y estos no logran cumplirla al igual que nosotros que no siempre logramos hacer lo que el Señor espera que hagamos, constantemente fallamos.  Cuando Jesús les pregunta: ¿qué estaban discutiendo?, los discípulos se quedan callados. Deben de sentirse avergonzados porque estaban peleando y discutiendo en lugar de seguir intentando ayudar al niño. Muchas veces frente a una situación difícil, donde las cosas no salen como planeamos o esperamos, nos rendimos o nos echamos las culpas, nos enojamos, nos frustramos y nos desilusionamos.  Frente a esto Jesús nos responde Oh generación tan incrédula, ¿hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Nos hace un llamado de atención, de volver a ponerla mirada en lo esencial. El niño sigue sufriendo, el problema sigue ahí, dejemos de pelear y tomemos acción para sanar ese mal. Demos sentido a nuestra Fe, como seguidores de Jesús seamos capaces de ponernos en sus manos, de creer en él y dejar que actué en nosotros.

María Muttoni -Comunidad educativa JM de Montevideo

 

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