Semana Santa

28 de marzo de 2021. Domingo de Pasión (Domingo de Ramos)

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (50,4-7):
Salmo

Sal 21,8-9.17-18a.19-20.23-24

R/.
 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11):

Evangelio

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (15,1-39):
«En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Este lo interrogó: «¿Tú eres el rey de los judíos?». Jesús le respondió: «Tú lo dices». Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él. Pilato lo interrogó nuevamente: «¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!». Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato. 6.En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición. La multitud subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado. Pilato les dijo: «¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?». Él sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás. Pilato continuó diciendo: «¿Qué quieren que haga, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?». Ellos gritaron de nuevo: «¡Crucifícalo!». Pilato les dijo: «¿Qué mal ha hecho?». Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: «¡Crucifícalo!». Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado. Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo: «¡Salud, rey de los judíos!». Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo. Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: «lugar del Cráneo». Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno. Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron. La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: «El rey de los judíos». Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: y fue contado entre los malhechores. Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían: «¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, sálvate a ti mismo y baja de la cruz!». De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí: «¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo!Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y crea-mos!». También lo insultaban los que habían sido crucificados con él. Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz: «Eloi, Eloi, lamá sabactani», que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: «Está llamando a Elías». Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber, diciendo: «Vamos a ver si Elías viene a bajarlo». Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró. El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él, exclamó: «¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!».»

                                                                                              PALABRA DE DIOS

Comentario

Hoy, Domingo de Ramos todo está preparado para acompañar a Jesús en su Pascua. Dónde Él entra triunfante para entregar su vida por cada uno de nosotros.
En este evangelio podemos encontrar muchos simbolismos, pero lo que más nos llama a nosotros
a reflexionar son tres puntos:


El primero, es el de una mujer que rompe el frasco de perfume para derramar sobre la cabeza de
Jesús. Ese frasco representa la persona misma y el perfume es el amor. El amor que es dar todo,
no quedarnos nada para sí solos. Jesús es el frasco que se rompe por amor a nosotros y no se queda con nada para Él.

El segundo es la decisión de la traición, dónde todo un pueblo que alababan piden que lo
crucificara. Y esto realmente es para meditarlo profundamente. ¿Cuántas veces lo hemos
crucificado nosotros? Sin embargo Jesús contempla la traición de su pueblo.


Por último la expresión de aquel soldado, quien ha sido testigo del amor de Dios: diciendo verdaderamente éste era el hijo del hombre.


Que Claudina nos ayude a imitar a Jesús entregándonos por los demás.
Que podamos experimentar el amor Misericordioso de Dios, despertando en cada uno de
nosotros el deseo de poder agradar a Él haciendo el bien, como lo supo ella experimentar en la entrega, el servicio y el perdón.

AFJM, Corrientes